Qué educado y contenido estuvo el Cholo Simeone, tras el partido, con ese falso y pervertido elogio del Madrid sobre el “bloque bajo” y bla, bla, bla. Estaba escocido el Cholo, se notaba, y como es tan justo y equilibrado no habló nada de los cánticos y los mecheros. Al menos no dijo que los habían lanzado madridistas provocadores, cosa que también es de agradecer. El Cholo, ese genio de la táctica, la estrategia y el mamporreo, partido a partido, lleva alrededor de diez años en el Atletico de Madrid y no ha podido acumular ni la quinta parte de los títulos que ha ganado Carletto en mucho menos tiempo. Pero ese es el Cholo, un tipo duro que, después de todo lo dicho, reconozco que me cae bien.

Sumamos, esta vez en territorio hostil, otro partido sin Karim y, a pesar de ello, otros tres puntos han terminado en nuestra buchaca, con guaracha de celebración “grupal” incluida, tras el primer golazo, salido de las botas de Rodrygo tras una buena asistencia de Tchouaméni  al que, previamente, había asistido el propio brasileño.  En el segundo, también en la primera parte, los papeles pasaron al Doctor Lukita y al Cohete de Río, que se encontró un palo en su veloz camino hacia las mallas rojiblancas. Por suerte, el rechazo llegó a los pies del Condor de Montevideo, que no por casualidad pasaba por allí, y el balón terminó donde Vini lo quería colocar.  ¡Oh Oblak!

Volvemos a lo mismo que nos preguntamos cuando imaginamos una supuesta conferencia anti-madridista: ¿se puede parar a este Madrid, que parece un bloque unido y sin grietas notables? No lo puedo asegurar, pero la segunda mitad, en la que los blancos perdieron la ambición del gol, es una muestra de uno de los puntos débiles que tenemos que eliminar. Ya lo ha reconocido el propio Ancelotti. Eso nos costó que un mal entendimiento entre Courtois y Militao –notable partido de ambos–, unido a un afortunado churro, hizo que el hombro de Hermoso anotara un feo gol que nos mantuvo en vilo hasta el final del choque, en el que un empate nos habría hecho perder, por gol average, el liderato de la Liga Rubiales.

Muy satisfecho del desempeño de todo el equipo. Cada vez más asombrado de la rápida integración de Tchouaméni  y Rüdiger. Y si ayer el Vini no se escapó tantas veces  fue por mérito de ese que una vez fue blanco, Marco Llorente. Por suerte, otro ex, Morata, que entró como desesperado revulsivo cholero, nada pudo hacer para alcanzar el empate.

Empieza el parón, pero nosotros estamos en la cima de la clasificación.

¡Hala Madrid!