Tengo que comenzar confesando que, para quien esto pergeña, lo más divertido del derby llegó tras el pitido final del empapado Gil Manzano: ver a Gerardito Piqué bajar a la muy húmeda hierba, “picao”, muy “picao” con el Manza, me hizo disfrutar, aún más, de esta justa e importante victoria. Y no sólo porque ahora estemos liderando una Liga que yo creí perdida hace mucho tiempo, sino porque la actitud de los nuestros, de este parcial equipo B que, en la práctica, está resultando de mayúscula A, me ha vuelto a dejar muy buenas sensaciones.

Entre las incidencias que hay que anotar en la bitácora madridista relacionadas con el enfrentamiento ante los muchachos de Ronald Koeman, está la buena, y efectiva, decisión del Dúo Zidattoni de colocar de titular al rápido Pajarito, porque fue él, Valverde, quien, en una épica galopada que dejó completamente tirado a Malaleche Alba, comenzó el relampagueante contragolpe que, antes del primer tercio de la primera mitad, nos colocó por delante. Luego, cierto es, fue necesario el poco efectivo centro, a lo Lucas, que ese genio silencioso que es Karim Benzema transformó, taconazo mediante, en el primer gol.

Pocos minutos después, Kroos, aprovechando las consecuencias de una falta en el mismísimo borde del área hecha al también veloz, pero mucho menos efectivo, Vini, y con un poco de fortuna y mala cabeza de un Alba nublado, nos puso con dos de ventaja. La suerte, sin embargo, nos abandonó en lo que pudo ser el golpe definitivo: ejemplar contraataque blanco liderado por Modric, que puso un balón perfecto al desmarcado Vini y este , que ayer no estaba mentalmente preparado para tirar a puerta, se lo cedió al águila uruguaya, que casi revienta el palo derecho de Ter Stegen…Por unos pocos milímetros no colocamos en el marcador un 3-0 que hubiese sido humillante.

La primera parte, para resumir el episodio uno, fue del Madrid, aunque con un equipo de la calidad del Barcelona es inevitable que oportunidades fabrique. Una de ellas, la más clara,  cuando ya había comenzado la lluvia, tras un córner lanzado por Messi que, olímpicamente, se estrelló en el palo. Aquí aprovecho para agradecer a Nacho y a Militao su excelente trabajo defensivo. Nacho, creo, está como nunca antes, y Militao, como nunca antes lo había visto o esperado ver. Dura, por tanto, la quinta amarilla del canterano que nos impedirá tenerlo en al campo en el próximo partido de Liga.

Aquí me voy a permitir una digresión: la durísima –y tardía– entrada del taimado Busquets, que dejó a Lucas Vázquez fuera del partido, no sólo no fue repetida por la manipulada televisión, sino que, por la misma, el árbitro no cargó con tarjeta alguna a ese jugador que parece tener bula franciscana con todos los árbitros. ¿Por qué? ¿Es que tener cara de bueno te hace bueno? Por mucho menos que eso Casemiro se fue a la calle –dos amarillas casi consecutivas–, dando al Barcelona una importante superioridad numérica en los últimos minutos del partido. Pero, claro, estas cosas no cuentan para Gerardito el Picao.

La segunda parte estuvo protagonizada por la tormenta, que tuvo, como natural consecuencia, una notable bajada en la precisión de los jugadores.  Y, en medio de ella, llegó el también afortunado gol de Mingueza que llenó de esperanza al cabreado Koeman y mantuvo a los blancos buenos  con el agua al cuello –y nunca mejor dicho– hasta el último minuto.

Zidane, en medio de una situación nada clara, priorizó, acertadamente creo, el partido ante el Liverpool y decidió sacar de la batalla a las dos  decisivas Ks –Karim y Kroos–, al Pajarito y al Vini.  Los reemplazos fueron Mariano, Isco, Asensio y Marcelo. Este último, en claro homenaje a su joven compatriota, hizo una soberbia “viniciada” cuando Mariano, hábilmente, con un preciso cabezazo, lo dejó sólo ante Ter Stegen. Ese gol que servidor, ingenuo, ya estaba cantando nos hizo volver a pensar en la baraka zinediana, cuando, casi en el último minuto, un firme, blanquísimo y lustroso palo evitó el empate blaugrana.

¡A por el Liverpool!