La primera etapa de esta era plandémica que provocó que los partidos se jugaran en estadios vacíos, y se animara a los jugadores con aplausos grabados que simulaban venir de un público frío, dibujado en grandes y vistosas –y supongo que costosas– carpas, tenía una cosa positiva para los jugadores caseros: la falta de un jurado popular para evaluar su desempeño. Eso, por el momento –que de Pedro Sánchez y su banda servidor no se fía–,  se ha terminado y es una  de las cosas que, evidentemente, preocupa a Carletto, y con razón. 

¿Qué le pasa a este Madrid que no es capaz de jugar dos buenos tiempos de forma consecutiva? La situación no es nueva, ya venía de la última era zidanesca, pero tengo la impresión de que, ahora, los bajones son mucho más intensos que en aquellos tiempos. No tengo la menor duda de que en este estado bipolar no ganaremos nada y somos muchos los seguidores blancos que estamos, no sólo preocupados, sino cabreados.  ¿Servirá de algo este próximo parón de selecciones? Pues dependerá de a cuántos de los nuestros se lleven y cómo nos los devuelvan. Si alegría me había llevado con la noticia sobre la no convocatoria del Vini, ayer me la arrebataron también.

Vayamos al partido. La ventaja que intuíamos al tener de visitantes a los vecinos del Rayo era que este equipo, que está haciendo una muy buena temporada, no  se metería en su cueva y nos dejaría espacios que monopolizarían Asensio, el Vini y Benzema. Así fue, y excepto en el primer minuto que, tras una pérdida de balón del Madrid, lanzó una contra que pudo ser letal, estuvo totalmente dominado por un Madrid conquistador, imperial. Las oportunidades comenzaron a llegar, una tras otra: gol del Vini anulado por fuera de juego de Karim; el francés la manda el limbo tras una buena asistencia de Asensio y, en un par de minutos,  llegó el gol, que tuvo que ser validado por al VAR pues el linier, atormentado, veía fueras de juego por todas partes.  La jugada fue de esas que en el nuevo lenguaje que nos quieren imponer se llamaría “coral” pero que yo prefiero llamar “magistral”: Militao envía un balón largo hacia la bien amueblada cabeza de Kroos; el alemán, con ojos hasta en la nuca, ve que el Vini entra como un cohete dejando atrás a su marcador, de modo que se la cede; el joven brasileño ya ha visto que el mallorquín está en un bien sitio dentro de área y este, tras un eficaz recorte, se la pone en los pies a Kroos, que no perdona. Era el minuto 15 y servidor sentía que podía ser una noche relajada.

Las oportunidades comenzaron a caer una tras otra y, con ellas, no sabemos si por méritos del bueno de Dimitrievski , por falta de fina puntería por parte de los nuestros o por una mezcla de ambas,  nada entraba. Tuvimos que esperar hasta el 38 en que, con un Rayo descolocado, Alaba metió un pase largo a los pies de Benzema  que pilló descolocado al portero vallecano y le permitió al francés meterla , cómodamente, con las puertas totalmente abiertas. Y ese no fue el final de recital de la primera mitad, no, Benzema la tuvo, de cabeza, tras aprovechar un disparo de Vinicius, pero se fue por arriba.

La segunda parte pareció iniciarse como un calco de la primera: dominio del Madrid tras una oportunidad inicial del Rayo. En el minuto 50 disfrutamos de un jugadón de Vinicius que, si hubiese terminado en gol, nos lo servirían de forma recurrente en las televisiones;  en el 54, Asensio, se bloqueó mentalmente en una contra que lo dejó sólo ante Dimitrievski y no fue capaz de superarlo por arriba; en el 62 una jugada, dentro del área rival, en la que los mágicos tacones de Vinicius y Mendy brindaron otra ocasión más a Karim para cerrar el partido que, otra vez, falló el francés.

Mientras, en el otro bando, Iraola ya había decidido hacer cambios y, en el 60, entraron Bebé (que ayudó mucho en el intento de reconquista rayista) y Unai López y, tras la última ocasión blanca que hemos mencionado, el Madrid, bajó el nivel, retrasó sus filas y eso le sirvió en bandeja a Andoni la oportunidad para sacar a su crack, Falcao.  Y comenzó el sufrimiento: disparo al palo de Bebé  y gol de Falcao con un poco de suerte, pues el involuntario desvío de Alaba despista a San Courtois.  Con un estrecho 2-1 en el marcador, un Ancelotti que no se había decidido a hacer cambio alguno y un Rayo envalentonado nadie podía descartar el empate. 

Entonces Falcao se lesiona, es sustituido, y Carletto aprovecha –¡en el 83!– para mater a Hazard y a Lucas Vazquez por Benzema y Asensio.  Inexplicable, para mí, la decisión cuando lo que se necesitaba era recuperar el control en el centro del campo y tanto Casemiro como Kroos parecían bastante agotados. Y, creo, esa es la causa por la que el brasileño hizo un par de pases disparatados que pudimos pagar con goles. Y, termino, el Rayo no empató en el 91 porque no tiene la suerte de los equipos grandes y, me temo, que si ese balón no logra sacarlo Kroos, los pitos se habrían escuchado hasta en Moncloa.