No me pregunten cómo lo sabía, pero estaba seguro de que ganaríamos al Bilbao. Y no es porque hubiese cambiado de opinión y ahora confiara en que la mayoría de las decisiones del dúo Zidane-Betttoni serían acertadas. Nada de eso, es algo que va más allá de toda lógica futbolera, algo así como que a la España buena le conviene que la Liga de la COVID-19 la gane el equipo de la Comunidad de Ayuso y que el verdadero Ser Superior ha decidido, legalmente, intervenir en su favor. Tampoco es que el Madrid esté jugando de maravillas, aunque es justo reconocer que, motivados por Raulito García y sus compañeros, los blancos subieron un poco más el nivel…, pero el gol siguió faltando y ya sabíamos que la única opción que quedaba era entrar a saco en el área y que cayera un penalti. Nos quedamos tranquilos cuando el VAR le ordenó a GlezGlez que viera el pisotón a Marcelo. Y, creo, que con “tranquilos” me quedo corto,  puesto que con Ramos bien asentado en la plataforma de lanzamiento no queda más remedio que volver a recordar la sentencia, adaptada a las circustancias, de la fiscala generala: gol asegurado. 

Como siempre que juega este Madrid zidanezco  no conseguimos un partido equilibrado. Salimos bien, bastante rápidos, con tres nuevas cartas sobre la mesa: Asensio, Rodrygo y Valverde y la emergencia de Militao por Varane. Mendy –lo siento, chico- tenía que hacer justa penitencia tras la larga lista de desatinos que nos regaló ante el Getafe. El comienzo del renovado elenco fue bastante bueno y antes de que hubiesen transcurrido cinco minutos tuvimos la primera oportunidad de gol. Y en esta, como en casi todas de las que siguieron después, Marco Asensio, más lento que de costumbre, tuvo un papel protagonista. 

El Bilbao, por su parte, también tuvo las suyas, en contraataques rápidos liderados por Williams y García pero, entre su falta de acierto y algunas buenas intervenciones de Courtois, se quedaron en nada. Eso sí, pelearon hasta el final, y no sólo con los nuestros, también con GlezGlez y hasta con el VAR al que no me extraña que hayan tildado de “colonialista”. 

El penalti, lo vean o no los ciegos por decisión propia (vamos a ver si también pronto algunos van a decir que aunque no estén ciegos, se sienten ciegos, y van a necesitar ayudas y paguitas) fue claro; que luego, los mismos, quisieran decir que una pisadilla, de espaldas y sin disputa de balón, de Ramos al exatlético García, fuera un claro penalti, demuestra una vez más que los sentimientos de estas gentes son muy variables y pasan, en menos de lo que canta un gallo, de ciegos voluntarios a poseer una visión telescópica que nunca podría ser calibrada por un verdadero ser humano. 

Zidane aguantó al trío ARV todo lo que pudo y más y, luego, ya con ventaja en el marcador, entraron Vinicius y el reaparecido Lucas por Asensio y Rodrygo y, minutos más tarde, para poder orden en el ataque con balones largos y bien dirigidos, Kroos por Valverde. Que conste en acta que, esta vez, el Pajarito no voló a sus anchas, se le vio poco y se le notó incómodo en la posición asignada. Con Kroos sobre el césped el Madrid mejoró un poco más, pero no fue suficiente para que un gol de completa producción blanca subiera al marcador. Y, de esta forma, el partido terminó con el equivalente a la marianada del anterior: dos minutos para Jovic. ¡Zidane, que aunque no tengas plumas en la cabeza se te ve siempre el plumero!

P.D. Y, como cantaría Julio Iglesias, en esta nueva normalidad, tras la victoria del Barcelona ante el Villarreal: “La Brecha sigue igual”.