Tras cuatro partidos consecutivos sin marcar un solo gol, lo que, traducido del politiqués lenguaje  julen-anodino -¿será del PSOE?-, significan tres derrotas y un empate, el entrenador del Madrid huele a cadáver. Si a eso agregamos lo que creo es consecuencia de una pretemporada mal planificada, es decir, una plaga de lesiones pocas veces vista, parece que queda poco de lo que pueda presumir el exportero para mantener su tan altamente cotizada plaza. Un fracaso más y, como ha dicho un buen amigo, saldrá Florentino a respaldarlo mientras que, al mismo tiempo, comenzará a hacer circular servilletas –recordemos aquel mediático fichaje- entre los posibles y deseables recambios.

Los lopeboys comenzaron el partido enchufados y generaron cuatro ocasiones de gol –no claras ocasiones, todo hay que decirlo- en los primeros cinco minutos y, luego, cual azucarillo pasado por agua, se fueron diluyendo y nos regalaron un resto de primera parte para aburrir hasta a las más beligerantes ovejas blancas. Y no es que el Alavés hiciera gran cosa tampoco, no.

Pocos jugadores, hoy, merecieron un notable: quizás Odriozola, que empezó perdiendo un par de balones, pero luego enderezó el rumbo y nos regaló algunos buenos centros, precedidos de veloces desmarques; Bale, mientras los músculos le funcionaron y Kroos, puntualmente, como siempre, en su especialidad, los pases largos y al pie. Poco más. Modric abandonó el disfraz de The Best y mi querido y admirado Nacho no estuvo a altura que otras veces ha estado. Una opción, que más de uno pensamos podría haber sido más efectiva, tanto en defensa como en ataque,  era la de poner a Nacho en el centro de la defensa, junto a Varane,y a Reguilón, que lo ha hecho bien siempre que le han concedido minutos, por la banda…, pero quizás Ramos no dio el OK. Por otra parte, el talentoso, aunque siempre inestable Benzema, tampoco está viviendo sus mejores momentos.

La segunda parte arrancó con Mariano (MeB) sustituyendo al desnortado francés, y luego supimos que no había sido una decisión del míster para buscar con más contundencia el asedio a  la portería del Pitu, sino que Karim, simplemente, había aumentado la lista de bajas. MeB tuvo un par de ocasiones, pero en una hizo un regate extra que le impidió disparar y, en la otra, que estuvo precedida por un excelente centro de Bale, no halló la forma de conectar de forma efectiva con el balón. Luego de ello –otro más que me decepcionó-, se vio poco al dominicano. 

A medida que avanzaba la segunda mitad, el partido se abría y uno pensaba que era el momento de sacar a Vinicius para que se hiciera cargo del ala izquierda del ataque, pero, oigan, parece que en este equipo hay otros baremos para elegir sustitutos, y el que salió fue Asensio, que, otra vez, dejó mucho que desear. Al fin, en el minuto 80, cuando los tendones de Bale dijeron: “hasta luego, Luca (Modric)”,  salió el brasileño y, con él, se animó el partido y se crearon opciones hasta que, inexplicablemente para mi, el míster lo mandó a la derecha y dejamos de tener noticias suyas.

El partido olía a empate –y no era un olor agradable, la verdad- cuando, en el último minuto del descuento, el Alavés, en un saque de esquina, tuvo su segunda oportunidad del partido y no la desperdició: derrota, ya no  sé si injusta o inmerecida, pero derrota al fin y al cabo. Demasiados malos resultados para un flamante campeón de Europa; demasiada palabrería hueca la de un entrenador del Madrid para intentar justificar lo que está ocurriendo. Tenía mala cara Lopetegui cuando terminó el partido y, en la rueda de prensa, por momentos, temí que llorase. No sé, quizás los fervientes rezos de Case y Keylor ayuden a revertir una situación que parece que se escapa del control del supuestamente contratado para controlar. Aún confío en que la acción del Ser Superior –y quede claro que no me refiero a Florentino-, vía reclamo de creyentes,  nos salve de una temporada calamitosa. ¿Qué opinas tú, Zombitegui?