Sí, señores y señoras, porque esta vez, gracias a la profesionalidad del árbitro catalán Xavier Estrada Fernández (¡feliz cumpleaños, Xavier!), por primera vez en mucho tiempo a nuestro Real Madrid le adjudicaron, justamente, dos penaltis que pocas veces hemos visto que le hayan pitado. Quizás –porque es muy difícil fiarse del Gang Arminio- todo es más simple, y lo que ha ocurrido es que Estrada Fernández recibió, como regalo de cumpleaños, la autorización para arbitrar, libremente, siguiendo su sacrosanto criterio. ¡A saber! Pero lo mollar, lo que nos llena de satisfacción, fue que pitó lo que vio, lo que todos vimos y lo que ni siquiera Manipuli Roures pudo escamotear. Luego, y eso cuenta también, había que meterlos, pero ahí teníamos a Reliable Ronnie  que disparó con la precisión de su homónimo francotirador de la Navy SEAL.

Y con esos goles de penalti (minutos 16 y 38 de la primera parte), se adquirió una ventaja que, aunque no se pudiera dar como definitiva, daba margen para que, si caía algún golito che, los nuestros no se pusieran más nerviosos que al comienzo del encuentro. Porque hay que apuntar ahora que al inicio del choque se vio a una de las peores encarnaciones de Casemiro que hemos visto nunca y también varios errores en pases cortos de Kroos, Varane y alguno más, todo echado en la copa del olvido tras esa contra, modélica, fruto de un pésimo saque de esquina ejecutado por el Valencia. Benzema, Marcelo y Cris salieron coordinados en una larga conducción de balón de Ronaldo que finalizó tras tres precisos pases: Cris-Marcelo, Marcelo-Benzema, Karim-Ronaldo y, este, ya con el espacio libre para armar el disparo, recibe entonces la entrada, justamente castigada, de Montoya. 

El Valencia, en casa, animado y enmarcelinado, no perdió la cara al partido e intentó el empate, pero ahí apareció la antigua cara del mejor Keylor Navas que hizo un paradón muy bueno a un disparo de Kondogbia y que después estuvo atento y efectivo en más de un batiburrillo defensivo dentro del área. Y en esas estábamos, con el Valencia presionando en busca del empate y cortando muy efectivamente la salida del balón del Madrid, cuando otra vez se le fue la olla a Montoya y empujo claramente, por detrás, a Benzema, que esperaba la llegada del balón dentro del área. Hay que decir, otra vez, que, aunque el empujón fue claro, pocas veces se pitan penaltis como ese…, pero ayer fue un día especial y no descarto que, en el futuro, sea considerado el 27 de Enero como el Día Internacional del Penalti Justo; total, ya hay días para casi todo (y todas). Era el minuto 38 y, gracias a ello, los blancos se fueron al descanso con un cómodo y relajante 0-2.

Tan relajante debió de ser que volvimos a ver al equipo bajar las revoluciones al comienzo de la segunda parte y eso permitió a los ches empezar a creer que una remontada era posible y, para ello, comenzaron a reclamar penaltis a tutiplén y, además, llegó el gol, a balón parado, en un saque de esquina mal defendido por el Madrid, como casi siempre ocurre. Con el esperanzador 1-2 –para los marcelinos, claro- en el marcador y el Madrid en plena bajada de prestaciones, Mestalla se crecía. Y, así, Keylor tuvo que volver a salvarnos con otra buena parada a disparo de Parejo. El excanterano del Madrid y Soler tomaron la manija de su equipo y controlaron el campo. Zidane, entonces, decidió que había que hacer los cambios antes de lo acostumbrado (adelantó los cambios al 69) y metió a Lucas por un poco notable Bale. Marcelino también movió banquillo, y Zidane dio la réplica sacando a Benzema (reguliche) e introduciendo a Asensio… Poco después, llegó la sentencia en una bonita jugada de paredes entre Marco y Marcelo, jugada que terminó el brasileño con un perfecto remate al palo lejano ante el que Neto nada pudo hacer. Era el minuto 84 y Mestalla se convencía de que no se llevaría ni un solo punto de la visita blanca. Pero faltaba por ver otro gol, de esos que se echan de menos y que una vez fueron marca de los zinediles: Marcelo, en el mejor partido de sus últimos tiempos, inicia la jugada pasando el balón a Koos que, tras pared con Kovacic (había entrado un minuto antes por Modric), dispara con precisión al palo lejano de Neto que, otra vez, no pudo más que quedarse quieto.

Y así terminó la historia: un 1-4 con dos bonitos y postreros goles que nos hicieron disfrutar mucho, pero también con un equipo que se volvió a caer en la segunda parte y que parece que no garantiza la fiabilidad  necesaria para eliminar al PSG... Porque con el PSG, no lo olvidemos, nos jugamos lo que queda de temporada.