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UNA MUJER EN LA VENTANA

Mis mujeres de cine – 8.

Es curioso -o no- que luego de posponer durante tanto tiempo la decisión de escribir sobre la inolvidable Romy Schneider no eligiera ninguna de las películas en las que su belleza y su discreto e inimitable estilo me impresionaron más: “Las cosas de la vida”, “Max y los chatarreros”, “Ella, yo y el otro” o “Una vida de Mujer”. Quizás ha sido porque la película que me vino a la cabeza, “Una mujer en la ventana”, comienza en agosto de 1936, se desarrolla casi en su totalidad en Grecia y arranca -en términos absolutos- el día en que el general Metaxás dio el golpe de estado, respaldado y legitimado por el rey Jorge II, que frenó el previsto auge del comunismo en el país que hoy comanda Alexis Tsipras. Convulso año el de 1936 en Grecia, en España y en casi toda Europa. Han transcurridos casi 80 años de esos acontecimientos y, excepto la amenaza de guerra trasmutada ahora en el acoso del terrrorismo yihadista, parece que la  historia sigue un guión recurrente.

Hay que decir que la película, basada en la novela del mismo nombre de Drieu de la Rochelle -del año 1929-, fue actualizada de un modo muy inteligente por Pierre Granier-Deferre -guionista y director- y Jorge Semprún, que se encargó, además, de los diálogos, uno de los aspectos más sobresalientes de la obra. Son, precisamente, esos estupendos y literarios diálogos de Semprún los que hacen que la película pueda verse hoy con más interés que en el relativamente tranquilo 1978 en que se estrenó. Semprún (excomunista, expresidiario del campo de concentración nazi de Buchenwald –aunque su propio hermano, Carlos, decía que sobrevivió ejerciendo de kapo- ministro de Cultura durante el gobierno de Felipe González), le da una estabilidad al contenido del filme, desde esa izquierda que hoy no quiere abrazarse con Podemos, que la hace muy interesante como punto de referencia al renovado populismo de izquierda que estamos sufriendo ahora.

La historia en su parte más superficial –y falsa- es una historia de amor entre una señora rica -aburrida, públicamente corneada y políticamente ingenua-, interpretada por Romy Schneider, y un sindicalista comunista que huye de la policía de Metaxás y pretende regresar a Moscú en busca de nuevas instrucciones, al que da vida Victor Lanoux. El encorsetado destino imaginado de los autores de la obra –aclaro que no he leído la novela original- hace que los futuros amantes se encuentren de una forma bastante violenta, lo que no es impedimento alguno para que la buena de Margot Santorini (Romy) decida, por un amor a primera pistola, proteger al fugitivo rojo con todos los medios a su alcance. No sólo lo hará ella, sino que su marido, un marqués italiano pobre pero bien colocado en el ministerio de exteriores del régimen mussoliniano, decide apoyar a su mujer y ayudar a su supuesto enemigo de clase. Cuando, hace ya muchos años, vi por primera vez “Una mujer en la ventana” la actitud de Rico Santorini  me pareció poco creíble, a pesar de que se justifica  -en parte- como una opción para desprenderse de su mujer y largarse a comenzar una nueva vida con su amante; ahora, luego de escuchar a personas declararse demócratas y manifestar rendida  admiración por el Che Guevara, Fidel Castro o Hugo Chávez acepto la posibilidad de una conducta como la de Rico Santorini: quien siempre ha llevado una vida acomodada a veces no advierte donde se encuentran los puntos de no retorno.

La relación entre Margot y el fugitivo Michel Boutros se va consolidando poco a poco por las necesidades de ambos: amor, sexo, necesidad de un cambio por parte de la primera y ayuda para escapar, por sobre todas las cosas, del segundo. Pero necesitan a alguien más para sacar a Boutros de Grecia y para ello utilizan a un francés, platónicamente enamorado de Margot, que está dispuesto a hacer cualquier cosa por ella; es ese el personaje que interpreta, magníficamente, Phillipe Noiret y que, para mí, es el más coherente de todos: antifascista y anticomunista declarado y, a pesar de eso, dispuesto a sacrificarse por la gente que quiere. El plan de los Santorini pasa por colocar al sindicalista de chauffeur de Noiret (Raoul Malfosse). Este, por supuesto, acepta la solicitud de Margot y da empleo al comunista como uno más de sus empleados domésticos. Y aquí se produce uno de los muchos diálogos que hacen que esta película merezca volver a verse: Malfosse, educadamente, se disculpa con Boutros porque, para mantener la coartada, se verá obligado a hacer que el sindicalista tenga que comer con el resto de sus empleados. Boutros, por su parte, no se corta con quien está tomando tantos riesgos para ayudarle y le dice que comer con ellos no es el problema, que hasta el propio Malfosse podría hacerlo sin el menor inconveniente, que el asunto radica en el sentido de la propiedad, “mis empleados”, y que por lo que ellos luchan es porque ese sentimiento de propiedad no exista. Malfosse, divertido, le contesta: “¿Y cree usted posible la existencia de esa sociedad idílica? Y yo, en ese momento, inevitablemente, recordé a la podemita Bescansa y a su asistenta paseando por el Congreso de los Diputados. ¿Evitará la roja Carolina el uso del posesivo? ¿No dirá nunca “mi” asistenta?

El otro gran acierto de la película está en el montaje de Semprún y Granier-Deferre, que se basó en contar la historia en un gran flash-back que, a su vez, tiene dentro otros de más corta duración que permiten marcar muy claramente los puntos claves de la historia. La otra innovación interesante es que la historia se corta -y el gran flash-back cierra su ciclo- cuando Malfosse advierte que la policía, los hombres de negro del tenebroso Primoukis, están al corriente de la jugada y la vida de Margot, decidida a largarse a Moscú con Boutros,  corre peligro. La historia salta entonces a los primeros tiempos de la posguerra, y vemos al bueno de Malfosse sacando de la cárcel a Rico Santorini, argumentando que ya había roto con el régimen de Mussolini desde el año 38. Luego, los dos, en la casa que fue de Margot y teniendo con ellos a la hija de los amantes desaparecidos, nos cuentan, con la ayuda del personaje cinematográfico del autor de la novela, Drieu de La Rochelle, el fin de la vida de Margot en un campo de concentración, capturada cuando iba a volver a reunirse con Boutros, ya entonces en funciones de guerrillero. Es el personaje de La Rochelle quien deja la amarga y ambigua reflexión de que sólo ha visto dos caminos: uno a la extrema derecha y otro a la extrema izquierda, pero que a él ya no le vale ninguno de los dos.

“Una mujer en la ventana” es una mezcla de amores –frustrados y logrados- y políticas e ideologías que siguen tan presentes en nuestra vida como lo estaban para los contemporáneos de Margot, Rico, Michel y Raoul, esos mismos arquetipos que son los que predominan en la renqueante sociedad española actual: es España la que está ahora en la ventana; veremos quién es el que entra por ella para quedársela.

COMENTARIOS [0]
[ pezuco ] ha dicho:
07-02-2016

 

No he visto, o no recuerdo esta película, pero sí que contemplé la belleza de Romy. Una belleza singular, extraña, que proviene de la expresividad de su rostro.

Muy bien traída la similitud entre la época del filme y la actual en España, ese quitar la careta a esa chusma progre, que ahora nos viene disfrazada con aires renovadores y no es más que rancio comunismo, socialismo revolucionario que tanto daño ha hecho y está haciendo a la humanidad.

Y sobre la apuesta que propone bg_rules, además de elegir penosamente el plato culinario en cuestión, y que yo soy muy malo apostando, tengo que decir que si tuviera que apostar, lo haría por la opción de nuevas elecciones, pero siendo Pdr Snchz del tipo de personas para las que vender a una madre no es una cuestión moral sino de precio, mejor no me apuesto nada.

 

[ bg_rules ] ha dicho:
07-02-2016

Pues yo creo que aún no hay nada pactado, lo que no quiere decir que no terminen llegando a un acuerdo. De hacerlo, será el final del psoe. Con todo, si tuviera que apostarme algo -un buen arroz con pitu, por ejemplo-, lo haría por que tendremos elecciones. Si alguien se anima...

[ bipo66 ] ha dicho:
07-02-2016

Parece interesante esta película de Romy Schneider. No la conocía, pero ya la tengo localizada y trataré de verla. Recuerdo, de todas las suyas, una que me gustó muchísimo y que sí es una historia de amor con mayúsculas, “Ella, yo y el otro”. Este post Me ha me ha inundado de recuerdos de tiempos pasados. 

Y en la vida real, es cierto que la situación está complicada y el peligro es muy grande pues pienso como NickAdams que ya está todo pactado entre Sánchez e Iglesias y lo que estamos viendo y oyendo es ruido para despistar y ganar tiempo para ajustar detalles de puestos y nombramientos. 

Y Rajoy, en su línea, a verlas venir. ¿Se irá a México de nuevo de vacaciones tras el Sancherazo? 

 

Saludos a todos.

[ NickAdams ] ha dicho:
07-02-2016

wh, ni idea de la existencia de esta peli, pero el comentario me ha abierto el apetito. 

Cierto que era muy guapa Romy Scheneider, pero no recuerdo haber visto muchas películas suyas, aparte de las de Sissi, cuando comenzaba. Dicho lo cual ya sabemos que la austriaca es el pretexto para situación actual, que pinta muy mal. Mi impresión es que ya está todo pactado entre Pinocho Sánchez y el Coleta, y Ciudadanos, porque no tiene otro remedio, sólo está siento el complemento necesario para para guardar las apariencias de que hay diferencias que conciliar.

No hay cosa que desee más, en estos momentos, que estar equivocado.

Y por el lado blanco, el asunto de Slaughter y la posición del Barcelona de tratar de ganar unca Copa y una Liga a en los juzgados debía indicarle al flojo de Floren de que esto va en serio y, o el Madrid se defiende con todos los medios a su alcance, o nos triturarán. Por otra parte, hay que reconocer que esto todo es un circo porque tanto lo de Slaughter y Panko, como lo de casi todos los extracomunitarios con pasaportes estrambóticos aperstaba y lo han permitido y lo siguen permitiendo. ¿No hay libertad? pues acabemos con eso de los extracomunitarios y se acabarán todas estas trampas legales, algunas, como esta, que van más allá de la torpeza.