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LOS CONSPIRADORES

Mis mujeres de cine – 7.

Sería una jugada perfecta del destino pensar que cuando me enamoré de Hedy Lamarr, en el papel de una francesa que había pasado por  Dachau y que conspiraba contra los nazis, hubiese sido en el año 1962. No sería descabellado pensarlo, porque en esos años, en Cuba, tras la nacionalización de los dos canales de televisión –CMQ, el 6, y CMBF, el canal 4, efectuada en 1960, a poco más de un año de la conquista fidelista del poder, y sin tener siquiera que decir ¡exprópiese!-, se rellenaba el espacio televisivo, sobre todo de día, con la exhibición de películas. Se pasaba mucho cine argentino, también algo de  mexicano, pero nosotros –como la mayoría de los cubanos de entonces y de ahora- sólo teníamos ojos para el cine norteamericano, el de –según decían los jóvenes Castro de entonces y siguen repitiendo los decrépitos viejos de ahora- los imperialistas yankees. Hay una anécdota muy ilustrativa de esa doble moral, muy típica de los rojos que gustan de lo bueno aunque repartan a raudales lo malo, que se contaba, con soberbia,  sobre Raúl Roa –un castrista de adopción aunque culto, bien preparado intelectualmente y con sentido del humor– y su afición a fumar cigarrillos Camel, que ya entonces no se podían comprar en ningún sitio. Preguntado Roa por su afición a semejante producto “imperialista”, dicen que respondió, riendo: “porque disfruto dándole fuego a los yankees”. Así son ellos, así debe de ser también el marxista Roures, al que Florentino Pérez quiere dejar el control de Real Madrid TV porque este, además, es culé y secesionista. ¿A este le vamos a encargar la televisión del Madrid? ¿No hay nadie más en España o fuera de ella –que el Real Madrid no sólo interesa aquí- que pueda garantizarnos emisiones de calidad y que no sea sospechoso de una posible falta de lealtad? 

Pero volvamos a Hedy, que se llamó Hedwig Eva Maria Kiesler cuando nació, hace casi 101 años, en Viena. Hermosísima, fue, a los 17 años, la primera actriz que apareció completamente desnuda en una película, Éxtasis, y también la primera que simuló un orgasmo para la gran pantalla, así que, con ese curriculum, no dudo que mis escasos lectores acudan a YouTube a buscar su rastro y, les aseguro, que lo encontrarán. En 1944, cuando hizo del papel de Irene Von Mohr en Los Conspiradores, ya había vivido más de una aventura digna del mejor cine de suspense para escapar de su marido  -exitoso fabricante de municiones de guerra, nazi y cercano a Hitler- y retomar su carrera de actriz en Hollywood con el nombre artístico, ya definitivo gracias a Louis B. Mayer, de Hedy Lamarr. Los conspiradores, creo, no habría existido sin la inolvidable Casablanca. El éxito inesperado de la película de Michael Curtiz –para la que, por cierto, ofrecieron a Hedy el papel que desempeñaría luego Ingrid Bergman- hizo que en la Warner Brothers se plantearan, como siempre, remakes camuflados, de los cuales uno fue esta película en la que un holandés de la resistencia antinazi, Paul Henried, llega a Lisboa, camino de Inglaterra, y tiene la suerte, triple, de, a las pocas horas de aterrizar en suelo portugués, conocer, casualmente, a la mujer de su vida, a la inolvidable Irene, que esta -a diferencia de Ingrid que ya había optado por Bogart- se enamore de él y que luego descubra que ella también es parte importante de su equipo de conspiradores al descubierto. Para entender bien lo impresionado que debió de quedar Henried-Van Der Lyn en su primer encuentro con esta mujer 10, el guionista -que no debe haber pasado hambre en la vida real, como servidor- hace renunciar al holandés a una comida de ensueño para seguir los pasos de la dama que fugaz, pero definitiva, había aparecido en su ajetreada vida. La historia y el Portugal de attrezzo son tan falsos como el Marruecos de Casablanca…pero esa es la magia del cine -la que tanto envidian los políticos españoles de nuestros días-, esa que nos hace tragar cualquier cosa que nos sirvan actores como Henried, Sidney Greenstreet o Peter Lorre –para citar el trío casablanquesco que repite en esta-  y, sobre todo, las miradas de Hedy Lamarr ante las que todos piden humilde y desesperada audiencia. Si esta mujer viviera hoy en España, estoy seguro de que Rivera, Rajoy e incluso el obtuso Snchz se la rifarían para meterla en sus listas electorales. No creo, sin embargo, que el Coleta Morada tuviera el menor chance con ella: quien ha vivido bajo una dictatura detecta de inmediato dónde se está gestando un déspota.

La película puede seguirse, a pesar de la niebla espesa que rodea a los protagonistas siempre que no están bajo techo, por las miradas de Lamarr y por los sitios portugueses, siempre de los más conocidos –que eso forma parte del sistema de “enganche”-, por los que nos conducen: el inevitable, y decisivo en la trama, casino de Estoril o Cascais, sitio escogido para que Henried-Van Der Lyn pueda embarcar hacia el país de Churchill. Si la película se hubiese filmado en estos días, quizás habrían cambiado Cascais por Setúbal, el pueblo natal de nuestro admirado Jose Mourinho, un poco más lejos de Lisboa pero más aprovechable mediáticamente. Quizás Quintanilla, el personaje que interpreta Sydney Greenstreet, se llamaría Mourinhilla, porque no importa que el portugués esté viviendo las horas más bajas de su exitosa y ejemplar carrera como entrenador, de lo que se trata es de sacar provecho de lo que está ardiendo en el “candelabro” –Mazagatos dixit-. Y en eso, estoy seguro, se quedarían cortos comparados con la gloriosa y combativa prensa deportiva española, liderada por los añejos –y avinagrados- As y Marca. 

Al final, Lamarr, liberada de la interferencia de su marido que, muy oportunamente –cuarto golpe de suerte para Henried-Van Der Lyn, al que sólo le faltó quebrar la ruleta de Estoril-, era el conspirador traidor, el miembro del equipo que jugaba a dos bandas, queda triste y esperanzada en el humilde muelle de pescadores mirando partir a su amado hacia el campo de batalla. Ya por entonces, Lamarr, que además de actriz era ingeniera y que era una mujer muy inteligente, había patentado –en, y para los Estados Unidos- una técnica de conmutación de frecuencias con el objetivo que se pudieran enviar misiles sin que fuera posible que los alemanes los detectaran. Esta novedosa innovación demoró tiempo en desarrollarse y se utilizó, por primera vez, durante la llamada Crisis de los Misiles de Cuba, allá por el lejano 1962. Seguramente alguna señal captó el niño ingenuo, que veía Los Conspiradores a través de los canales expropiados, para que el misil amoroso de Hedy impactara con perdurable éxito en su corazón blanco.

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[ Pailan ] ha dicho:
30-10-2015

 

No hay nada más genuino y más "verdad" que el cine en blanco y negro y con pocos recursos. Hoy día, cualquiera puede hacer un "Titanic", un "Indiana Jones" (lamentable la última entrega, qué diferencia con la primera) o un "King Kong", pero, a fuerza de tantos efectos espaciales (sic) y tramoya digital, ya nada emociona tanto como "Casablanca", "De aquí a la eternidad", "Gilda" o, sí, "Los conspiradores".

Sin llegar al grado de pasión que confiesa wh (uno es devoto fiel de Greta Garbo), confieso que Hedy Lamarr representa el modelo de mujer perfecta: hecha a sí misma, con personalidad, versátil, inteligente, vivaz, sutil, creativa y, además, espectacularmente guapa. Menciona varias veces el blogger las miradas de Hedy, con esa caída de ojos que derrite al más sólido y frío acero y que tanto me recuerdan a las mradas de la (mi) Garbo en "La reina Cristina de Suecia", y no es para menos. Sin tantos recursos expresivos como Ingrid Bergman o Katherine Hepburn, Hedy Lamarr rivaliza con ellas en magnetismo y atracción en la pantalla y deja al espectador con ganas de más.

No obstante, obvia nuestro querido amigo cubano la magistral dirección de actores de Negulesco. Cierto es que poco hay que dirigir a tipos como Peter Lorre, Paul Henreid o la propia Lamarr, pero creo que esta es la gran diferencia entre "Los conspiradores" y "Casablanca". A cambio, wh inyecta geniales y jugosas puyas a la miseria comunistoide y bolivariana que parece querer asentarse a este lado del charco, no sin cierto éxito.

Redonda la entrada, wh. ¿Para cuándo la siguiente?

[ NickAdams ] ha dicho:
30-10-2015

Muy bien lo de refrescar temas. Me gusta leer sobre los inicios de la Cuba comunista y wh siempre nos enlaza un par de cosas ilustrativas.

Lo cierto es irrita un poco hablar sólo de fútbol cuando nos estamos jugando tantas cosas vitales en estos convulsos tiempos. Para empezar el asunto del golpe de estado sin armas (copyright Raúl Albiol) y, añado, a cámara lenta se está danto en Cataluña sin que el gobierno de Rajoy tome medida alguna... como no sea invitar a hablar a Rivera (bien), Sánchez (bien) y ¡Coleta "Antisistema" Morada! (¡Muy mal!!!!!!!!!!!!!)

¡Pero es que nadie en el PP va a darle un pellizco al Rajao para que despierte de una puñetera vez!!!

 

[ bg_rules ] ha dicho:
29-10-2015

Pues, sí, ya era hora de que retomaras la senda cinéfila, wh. Es un soplo de aire fresco entre tanto partido y tanto floripondio.

Ayer vi otro clásico en blanco y negro (The innocents, 1961), de otra época en la que las cosas se hacía de manera muy distinta, todo más de cartón piedra por un lado pero, como apunta pezuco, con los actores trabajando sin red y a pleno rendimiento. Cada época tiene su atractivo, sin embargo. Ahora también se hace muy buen cine creo yo.

¡Que siga la fiesta y que pase menos tiempo para que suene de nuevo la flauta! 

[ Kuki-Katika ] ha dicho:
29-10-2015

Casi un anno, wh, esperando por otro mix cine-Cuba. Eso si no dejas de mencionar al Real madrid tampoco en este. Ya sabes lo que pienso, mas cine y menos futbol.

Tanto tiempo ha pasado que ya ni me acordaba que el canal 4 era la CMBF. Cuba, el segundo pais en America en tener television y ahora es lo que es gracias a los Castro.

Y el presidente que muchos cubanoamericanos votaron respaldando a los que nos han hundido. Ver para creer.

 

[ pezuco ] ha dicho:
29-10-2015

 

Habrá que "reñir" a Wh para que no se haga rogar tanto a la hora de traernos estas joyitas cinéfilas a MqM. A los que nos gusta el cine nos complace sobremanera este tipo de artículos, ya que en estos tiempos es muy complicado leer sobre cine clásico.

Dada la descripción que el blogger hace del filme creo poder recordarlo vagamente como un remake de la inolvidable Casablanca. Forma parte del cine con mayúsculas, el de verdad, en donde hoy el atrezzo sería risible, pero los actores lo decían todo con una mirada, al contrario que ahora que los jóvenes actores sólo tienen campañas de márketing y todo son efectos especiales.

 

P.D. I  Muy enamoradizo se me hace el blogger en sus tiempos prehistóricos de juventud, ¿De cuántas bellas damiselas se enamoraríaen los cines castristas?.

P.D. II  Reslta extraño que alguien prefiera los cigarrillos a los puros cubanos... estos castristas están locos.