Sería divertido escuchar a esta señora que presume de demócrata, socialista y feminista pero que es incapaz de admitir que no tiene la suficiente cantidad de neuronas para tener cargo público alguno, hablar del bombardeo, durante la Guerra Civil, de su adorado pueblo de origen. Quizás, porque supongo que esta habrá leído muy poco y enterarse de algunas cosas parece que no quiere, piense que el bombardeo lo ordenó el general Franco y, de ahí, salga esa obsesión de la de Cabra por tirar, sea como sea, la Cruz del Valle de los Caídos. No sé cómo va a manejar asuntos como este a través de la recién gestada Ley de Memoria Democrática.  ¿Volverá a su pueblo la cabrita de Cabra a pedir perdón a los familiares de los muertos por dicho bombardeo? ¿O simplemente prohibirá hablar de ello mediante amenazas de demandas? ¿Se podrá hablar dentro de unos meses de Paracuellos y relacionarlo con el señor Carrillo? ¿Quién, entonces, según la todopoderosa ley, creó los pantanos que tanto beneficio generaron a la sociedad española, a toda, sin importar su idelología? Franco, no; Dios, tampoco, aunque esta nueva iglesia se arrodille ante sus futuros verdugos; quizás, tiendo a pensar, enseñen muy pronto en los colegios que ese logro fue obra de la Pasionaria o del propio Carrillo bajo la influencia telepática del entonces nonato Pedo Sanchinflas. Vamos, ¿por qué vamos a extrañarnos que cometan un fraude más? 

Es tan absurda y tan tramposa esta Ley de Memoria Democrática (vaya eufemismo, CldC, ¿no sería más preciso, sectaria?) que deja bien claro que este gobierno social-comunista está apretando el acelerador para llegar, cuanto antes, a conseguir la Cubazuela de Europa.  Vuelvo a decirlo: despertemos que se acaba el tiempo.