Ring, ring.

— Buenos días, Vicepresidente. Mira, soy Vicente Vallés, de Antena 3.

— Buenos días, Vicente. Una cosa antes de nada… Si te parece, dada la nueva situación, quizás sería conveniente que no me tutearas, por aquello de darle la relevancia que le corresponde al cargo.

— Sin duda, Don pablo, sin duda. Disculpe el descuido.

— No hay problema, Vicente. Ya entiendo que es sin mala intención, perooo…

— Bueno, el caso es que he estado revisando las preguntas que le vamos a hacer en la entrevista…

— Sí, sí, ya me han llegado.

— Estupendo, Don Pablo. La cuestión es que he observado que la dirección ha incluido una en la que se le cuestiona la presencia de su mujer en el Consejo de Ministros y…

— Nada, todo bajo control, Vicente. Le he indicado yo mismo a la dirección de tu cadena  la necesidad de presentar esa cuestión. La idea es que se me dé una oportunidad para desactivar el asunto y, de paso, poner las cosas en su sitio.

— Ah, estupendo. Por un momento creí que podría resultar una situación más o menos embarazosa para usted y no quería que pensase que la entrevista tuviera intención de ponerle en un aprieto.

— No te preocupes, Vicente, no hay problema. La idea es que cuando me preguntes sobre el asunto, me des la ocasión de contestar con contundencia para destapar el machismo galopante de algunos y todo eso.

— Ya, ya. ¿Y cuál será la respuesta?

— Fácil: te diré algo como “Yo creo que esto es algo habitual. En muchas formaciones políticas hay parejas en posiciones dirigentes. También en medios de comunicación, como en este grupo, donde también hay parejas que comparten responsabilidades muy importantes. Tengo la sensación de que esto opera con las mujeres y que no opera con los hombres. A mí jamás nadie me ha cuestionado mi posición política por ser pareja de nadie. Nadie me ha dicho que no puedo estar en el Gobierno por ser pareja de Irene Montero, y parece que a ella le plantean que sí. Eso revela la necesidad de que haya un ministerio de Igualdad”.

— Uf. ¿Y yo qué tengo que contestarle, Don Pablo? ¿Tengo que hacer referencia a aquello que dijo usted en los tiempos en que le tuteábamos, aquello sobre Ana Botella, cuando dijo “Ana Botella representa todo lo contrario a lo que han representado las mujeres valientes de la historia. Es la que encarna ser ‘esposa de…’ ‘nombrada por…’, sin preparación y además belicista, una mujer cuya única fuerza proviene de ser esposa de su marido y de los amigos de su marido”?

— No, hombre, Vicente, no seas tarugo, hijo. Conque dejes claro que no pretendías poner en duda la competencia de Irene es suficiente.

— Aaaah. Entonces… ¿Digo algo así como “que quede claro que yo no he cuestionado nada con mi pregunta…, que no he cuestionado la idoneidad de ninguno de los dos”?

— Perfecto, Vicente. Eso valdrá para cerrar el asunto y que tú también quedes en el sitio que te corresponde.

— Pues, no sé…, todo un poco asquerosito, ¿no le parece, Señor Vicepresidente?

— Bueeeeno, Vicente, ya sabes cómo son las cosas. A veces tenemos que cabalgar en nuestras contradicciones con la melena al viento y eso. Nunca cara al sol eso sí, jajajaja.

—Jajaja, muy bueno, muy bueno. Y muy cierto lo que usted dice, Don Pablo, muy cierto. Pues nada, por aquí le esperamos con el “forin-ofis” abierto como un comedero de patos para que usted entre a matar a gusto.

— Estupendo, Vicente, estupendo. Nos vemos.

— Pues hasta entonces, Don pablo.

Click.

De verdad, Irene, pero qué gilipollas parecen estos periodistas…