Las tecnologías avanzan que es una barbaridad, y actualmente se hacen estadísticas de todo, de forma que no sólo sabemos cuántos goles, asistencias, remates, errores, fallos… se producen, sino hasta cuántos metros ha recorrido cada jugador y cómo fue su remate dependiendo de la perspectiva, que ahora ya es de 360º. Aunque la FIFA y la UEFA pasan de todo y les da igual que haya goles fantasma en la era del ojo de halcón,  nosotros estamos a la última, y nos hemos fijado que hay unos mapas de calor que marcan con distintos colores las zonas por las que se ha movido un equipo o un jugador en concreto. Resulta que en el Real Madrid-Español de este sábado, el mapa correspondiente al Español muestra un agujero negro como tinta de calamar en la zona del área del Madrid. No voy a decir que ningún jugador del Español llegó a pisarla ni una sola vez, pero la cosa se le acerca mucho. Valga esto para calibrar en su justa medida el pedazo de equipo que nos visitó hoy en la capital. Fue el Español, más bien, el no equipo. Simplemente, no molestó, como si no hubiera venido, para qué incomodar. De manera que, desde esta perspectiva, lo que se dice enemigo enfrente no lo hubo.

El Madrid, por su lado, volvió a dar otra tarde soporífera, en una primera parte que hasta el minuto 33 fue como comerse una docena de mojicones a palo seco. Uno ha de reconocer que asistió al campo después de una opípara comida muy bien regada –¿qué vas a hacer, a esas horas chinas que nos ponen?–, y entre eso, la tarde apacible y la ñorda que nos estábamos tragando, he de reconocer que algún micro sueño cayó en algún momento, tal era la emoción que transmitía el evento. No coincidió el cénit del sopor gastronómico, afortunadamente, con el magistral centro que se sacó Isco para que Morata cabeceara con estilo y sin oposición el 1-0, así que, aparte de un sorprendente caño de Robocop, pude disfrutar despierto todo lo que de disfrutar tuvo esta primera parte, una de esas para olvidar.

La segunda, siendo otro peñazo, al menos tuvo el aliciente de ver de nuevo a Bale haciendo de las suyas. No fue hasta el minuto 83, ni más ni menos, que el Madrid cerró el partido con un segundo gol, aunque el riesgo de empate derivado de esa inoperancia blanca quedaba neutralizado magnánimamente con el aludido agujero negro que se encargó de crear el equipo catalán en el área madridista. Este Español, tan raro, tan raro parecía, que con 1-0 y a diez minutos del final, procedía a realizar un cambio y el jugador españolista cruzaba el campo a paso de tortuga, como si aquello no fuera con él, que sólo le faltó entretenerse buscando tréboles de cuatro hojas, con la suerte que dan y eso.

De nuevo fue Isco, esta vez en pase menos estratosférico pero igualmente preciso y meritorio, el que incrustó un balón desde el centro escorando la carrera del recién estrenado Bale hacia la izquierda, que es donde este pedazo de jugador alcanza su plenitud, marcando un gol marca de la casa, lleno de rapidez, potencia y precisión en el disparo, cruzado y casi sin ángulo. Enorme jugador que vuelve para la recta final, lo cual es la mejor de las noticias para el Madrid. Esperemos que no vuelva a las andadas, porque sin duda estamos hablando del mejor jugador actual, teniendo en cuenta que ni Messi es Messi ni Cristiano es Cristiano. Lástima que el valor del galés se reduzca en el mismo porcentaje de partidos que se pierde. Este es el gran defecto de un jugador que en todo lo demás es un portento. 

Y mucho más no hay para contar sobre este partido de trámite que, por otro lado, volvió a servir para recordarle al pobre de Morata que es, y va a seguir siendo, el actor secundario Bob, y que da igual lo que pase, cuánto llueva o qué temperatura haga, que si tiene que haber una sustitución, él siempre estará el primero de la lista. Quién sabe si ZZ igual un día nos sorprende como CR7 con su caño o Isco con sus dos asistencias de hoy, y va y un día sustituye a Cristiano y el bueno de Morata se da el gusto de ver cómo el trasero del portugués desaparece del campo camino de los vestuarios. Aunque, bien mirado, doctores tiene la iglesia, y quiénes somos aquí nosotros para enmendar la plana al psicólogo francés y sus habilidades en el manejo de egos futbolísticos.

Del fin de fiesta arbitral en forma de penalty al limbo, ni palabra, no se vaya a enfadar alguien. Ya se sabe que somos un equipo señor ante todo.