Los que por aquí nos leen ya saben que tengo la caribeña tendencia a poner apodos, y ese incontrolable impulso me obliga a renombrar, a mi arbitrario gusto, a aquellos que más me motivan: los amigos y los enemigos. En el caso de Zinedán, os lo digo con claridad, es puro cariño, aunque a menudo le he dado y le daré caña cada vez que crea que no está sirviendo adecuadamente a los intereses del Madrid, porque lo primero, es lo primero.

Dicho lo anterior, y asumiendo que hay tres jugadores que, en mi muy discutible opinión -como siempre aclaro-, juegan cuando les sale de sus vedétticos cataplines y que responden a los futboleros nombres de CR7, Canelita y Marcelino, las rotaciones que ha estado haciendo Sisú desde hace bastante tiempo están manteniendo enchufada a una gran parte de la plantilla y yendo por el tan deseado camino de la meritocracia. Rotazine –que es el apodo que le endilgo hoy- se ha plantado en partidos importantes con once jugadores de titulares que han hecho pensar en la locura o la suprema audacia pero que, hasta ahora, con afortunada frecuencia se han trasmutado en los títulos siempre deseados por la insaciable afición blanca. Ayer, con Cristiano inhabilitado por decreto, introdujo cuatro cambios en relación al último partido de la Supercopa ante el Barcelona: Bale, Casemiro, Isco y Nacho. De los cuatro, el único que me dejó una mala impresión –a pesar de que marcó un gol y regaló un asistencia- fue el galés, que cada vez está más lejos del jugador que tanto nos gustó en sus primeros tiempos como madridista. ¿No se entrega a fondo porque tiene miedo a una nueva lesión? ¿No está aún al cien por cien? ¿Le falta la motivación que una vez tuvo? ¿Se le ocurre a alguien algún otro motivo? Ya lo sabremos, pero como desde nuestra posición sólo podemos juzgar lo que vemos sobre el campo, es de obligada sinceridad decir que lo que nos está mostrando Bale no nos gusta nada. Apuntado lo anterior, si quiere seguir con nosotros, creo que se merece que le demos algún tiempo más. ¿Se lo dará Forbestino o será una de las sorpresas del siempre movido 31 de agosto?

Vayamos ahora al partido de ayer, al fútbol, que de González al Cuadrado escribiremos después. El Madrid jugó los primeros cinco minutos como si fuera un equipo diseñado para un juego de Play Station por los mismos que comentan en las tertulias de Real Madrid TV: todo perfecto, diagonales increíbles, creación de espacios con medida movilidad..., vamos, todo, todo, menos un disparo a portería porque el último pase perfecto nunca llegó… Y las alarmas saltaron en el minuto seis, cuando Andone, que estuvo todo el partido en modo Higuaín malo, falló su primer cara a cara con un –otra vez- perfecto Keylor Navas.  Andone la volvió a tener y volvió a estrellarse en el Navas Wall dos minutos después; también con el Muro se topó, minutos después, el más que motivado Bakkali. Y así siguieron las cosas durante el resto del encuentro, con la defensa hecha un desastre, sobre todo por el pésimo partido de los fallones habituales, Carvajal y Ramos. Para resumir, porque podría ser tan aburrido como el partido: esa fue la tónica de todo el encuentro en el que el Depor tuvo demasiadas oportunidades de marcar, muchas más de las que un equipo de su nivel merece ante este Real Madrid. Las cosas no cambiaron ni con las sustituciones del segundo tiempo: Asensio (por Isco, que estuvo por debajo de sus últimos partidos), el “novato” Llorente (por Casemiro, que estuvo en su línea habitual, o sea, bien) y Lucas Vázquez (por el ya zarandeado –por nosotros, no por Los Violentos de Mel– Bale); ni tampoco con los goles, tres, de los que vale la pena destacar el segundo -el del Case-: una larguísima posesión que cerraron Marcelo, con la asistencia, y el mediocentro con el remate. Kroos marcó el del cierre, con asistencia del galés y activa y decisiva participación de Benzema e Isco. Era el minuto 62 de la segunda parte y el marcador, increíblemente, por el desmadre que se estaba viendo en el campo, no volvió a moverse.

González al Cuadrado y Los Violentos de Mel

Lamentablemente hay que volver al tema arbitral, al que añadir esta vez la actitud bastante agresiva de los jugadores de Pepe Mal –perdón, Mel-.  

Vamos a empezar por lo nuestros, y hacer la crítica necesaria: el innecesario y tonto penalti de Carvajal en el minuto 89 de partido, y con este ya decidido, demuestra que hay que seguir trabajando con el entrenamiento cerebral de muchos de nuestros jugadores, incluyendo al capitán Ramos, que se llevó una amarilla, que pudo ser roja directa, por responder en caliente –pero saltándose, como Ronnie en el partido anterior con la camiseta, un reglamento que hay que respetar- al ataque, con cabeza -no de Cruz Roja- como arma, del suizo Schär. Ramos pudo irse a la calle cuando fue el agredido. El delegado de Arminio saldó el incidente con un par de amarillas por barba, pero Sergio estaba marcado, y casi al final del partido, rozando su mágico minuto 93, se fue a la calle por una segunda amarilla, para mí, injusta. ¿Que tal como jugó Ramos anoche lo de González es casi un favor? Pues no, lo justo es que sea nuestro entrenador quien decida quien defiende los colores blancos y no el árbitro villaresco.

El Depor, incómodo con un resultado que para ellos pudo ser injusto –penalti fallado, larguero, mano a manos no materializados-, estuvo no sólo duro en las entradas y faltas sino, lo que para mí es más grave, antideportivo, pues con Carvajal tirado en la yerba, lesionado, siguieron atacando sin darse por enterados y, luego, en una situación similar pero de signo contrario, exigían que el balón fuese sacado del campo por los jugadores blancos. Estuvo mal Ramos –que estaba ya caliente- iniciando la jugada de ataque y estuvo magistral Modric echando el balón fuera. Esa es la diferencia entre el Madrid y el resto de equipos.

La actuación arbitral, la de la afición de Riazor y la de los chicos de Mal –perdón otra vez, Mel… Freud, clemencia- en el primer partido de la temporada creo que, como dicen en el mundo de la moda, marcará tendencia. Así que apretémonos los machos y, por favor, Florentino, denuncia esto con la necesaria contundencia, al menos, en la Web del Real Madrid y en tu televisión, pues la pasividad ante estos repetidos atracos es un signo del mismo nivel de cobardía que el de no llamar al atentado terrorista de Barcelona lo que realmente es: miserable violencia islámica.