Me emocionó ver, durante la celebración de la peleada y más que merecida victoria ante los chicos del difunto Pascual -victoria que nos dio la trigésimo tercera Liga-, las lágrimas que Pablo Laso intentaba disimular mientras repartía, generoso, elogios para todo el equipo. El vitoriano ha sabido hacer de este grupo de jugadores un ejemplo para el todo el madridismo: ahora sí que, otra vez, cuarenta minutos se hacen muy largos en el Barclaycard Center, porque estos, capitaneados por Felipón y el excelso Llull nunca, nunca, nunca, sacan la bandera blanca; nunca dejan de creer en la victoria; nunca se acomodan, por más títulos que hayan ganado en estos últimos años. Estos, y hay que poner, al menos, los nombres  de los que mejor identifican el encaste blanco: Felipe, Llull, Chacho, Rudy, Chapu, Ayón…, tienen la insaciable sed de títulos que está bien identificada en el ADN del genuino madridista. Gracias, campeones. Gracias por hacernos vibrar de emoción y orgullo.

El Laso Team, porque Pablo ha sido el director de orquesta que nos ha vuelto a traer una gloria casi olvidada, está haciendo historia madridista de la buena, no al estilo de la de otro baloncestista fracasado como Pdr Snchz: hacía 22 años que no se revalidaba una Liga, se ha vuelto ha levantar la Eurocopa y las Copas del Rey ya van a las vitrinas florentinas, regularmente, luego de una travesía por el desierto de diecinueve años. Pablo Laso, el artífice de todos estos éxitos, el que ha estado más de una vez en el punto de mira del Presidente Superior, ese que sólo piensa en el fútbol, ya lleva la friolera de trece títulos en cinco años, entre ellos, una Euroliga, tres Ligas ACB y cuatro Copas del Rey. Pero no es sólo eso, este Madrid nos ha vuelto a hacer disfrutar del baloncesto, a seguir al equipo, en las victorias y en las derrotas, como no se veía desde hace muchísimo tiempo. Ya sé que Florentino Pérez intentará, ayudado por sus paniaguados de turno, apropiarse de estos éxitos de la sección pobre pero, si tuviese vergüenza torera, debería reconocer que tuvo intenciones de cerrar esta histórica y gloriosa sección. Me parece muy bien que se pasee, sobrado,  por la sala de trofeos, que disfrute contemplándolos, pero que no se atreva a tocarlos con sus gafes manos, que deje trabajar a los directivos actuales y no regatee dinero para intentar mantener en el equipo a uno de los jugadores más decisivos de esta temporada, a Gustavo Ayón. Y nada más, que aquí no vendemos muchas camisetas, pero conseguimos muchos títulos, que es, al final, de lo único que se trata –o debería tratarse-. 

Del partido de ayer, poco que decir, lo que importaba era ganar, evitar la vuelta al Palau, asegurar la Liga…y se consiguió, a pesar de un inicio pésimo, con una defensa blanda y donde no entró un solo triple. Sé que algunos madridistas se pusieron nerviosos y pensaron que estaba todo perdido, pero las caras de los jugadores blancos mostraban una decisión, una firmeza, que me hacían estar tranquilo –aunque no relajado- en mi cómodo sillón. El Barcelona, que se lo jugaba todo a una sola carta, salió victorioso del primer cuarto y, al comienzo del segundo, llegó a tener una ventaja de 12 puntos. Entonces Laso sacó al implacable, al inmiseridorde Nocioni -que sabe muy bien por qué, a sus 37 años, seguramente se le renovará por otra temporada más- para indicar a sus compañeros dónde había que establecer el nivel defensivo… y comenzaron a disiparse las nubes y llegaron los dos primeros triples, de Llull -de quién si no- y la reactivación del Chacho. El Madrid remontó la diferencia y aunque al final del segundo cuarto lo chicos de Pascual, liderados por Navarro, se fueron al descanso con dos de ventaja, Laso ya había controlado la sangría y el equipo funcionaba con regularidad. Otra vez el tercer cuarto fue decisivo para que todos creyeran que el trofeo no viajaría a la ciudad de Colau –antes Condal-: un 72-65 final, que dejaba un razonable margen de seguridad para el último tramo. Y aunque este comenzó con fallos y nerviosismo por ambas partes, cuando la cosa se puso más tensa, apareció la magia canaria: el Chacho se marcó un par de triples desde la larga distancia que, unido a unas asistencias marca de la casa hicieron innecesaria la disputa de los últimos quince segundos del partido… y el Madrid, campeón de Liga. Otra vez, Zehio, Cris, Pepe, Marcelino y, sobre todo, Florentino: a ver si seguís el ejemplo que os están dejando los Insaciables de Laso. Estos sí que serán leyenda madridista.