No se trata, evidentemente, del mismo caso de la Eva de Woodward, no,  las tres caras del Pedete Sánchez no son provocadas por un trastorno de personalidad sino por una congénita enfermedad ideológica: el izquierdismo marxista. Marxista –tenemos que aclararlo una vez más, por si las moscas-, no de Carlitos el subvencionado por el acomodado Engels sino el producto de una “redondeada”  y mala versión de Groucho que trasmuta lo bueno en malo y la comedia en tragedia. Las mentiras que durante dos meses nos ha estado intentando embutir el Pedocho son una muestra más de esos principios cambiantes de la izquierda que, donde dije rojo ahora digo rosado, pero que como lo digo yo, el que no esté de acuerdo es un facha. Vale lo mismo cualquier tema: taxis, pensiones, inmigración, separatismo o -¡ojo!- el enchufismo descarado de más de mil coleguis en cargos públicos. ¿Qué decías de eso antes, Pedo?  Eso sí,  muy eficiente y coherente en su faceta Pedatero: Franco, Franco, Franco, y esa obsesión de los mentirosos profesionales por rescribir la historia y confeccionar una “memoria histórica” a la medida de su talante, su talento y su supina ignorancia. Y luego, en cada comparecencia pública, surge el payasete que siempre viaja en falconete y nos regala, generoso, un bla, bla, bla, cantinflesco que nada sustancial propone. Es bueno aclarar, además,  que Pedontinflas, a diferencia de su sosías  mexicano, es malo, muy malo y, para España, malísimo.  ¡Elecciones, ya!